jueves, 12 de junio de 2014

Nicaro volvió a echar humo / JRP


Como bien decía un cartel colmado de nostalgia “Silvio contigo Nicaro vuelve a echar humo”, así sucedió en la pequeña plaza cercana a la entrada principal de la detenida Fábrica René Ramos Latourt, hasta donde llegó Silvio Rodríguez con su concierto “Por los Barrios”, sin embargo a diferencia de los 56 anteriores, al de aquí le sobraron los motivos para ser realmente especial.
Primero, por el escenario, un pueblo que ha tenido que sobrevivir a un nuevo modo de vida sin la fábrica de níquel que les daba el sustento, sin embargo y a pesar de, un pueblo que muy bien vestido y disciplinado que escuchó y aplaudió a Silvio y a su invitado, el maestro Frank Fernández, lo otro que hizo verdaderamente especial este abrazo de la cultura cuyo significado va más allá de un trovador compartiendo su poesía hecha música con el público.
“Estoy haciendo esto porque entiendo que hay que hacerlo, porque me parece que es mi deber hacerlo y en cada lugar que he estado en estos tres años, lo he hecho con mucho gusto, y creo que debo agradecer a todos los que han hecho posible este empeño que exige una alta cuota de sacrificio y de entrega pero sobre todo de amor”, dijo Silvio antes de presentar al excepcional pianista.
Frank Fernández se acomodó frente al piano y junto con los primeros acordes del Ave María de Schubert sobrevino un aplauso como quien entrega lo más valioso que puede ofrecer a alguien que en Nicaro se le ve como a un hijo al haber nacido en el cercano Mayarí por donde también pasó Silvio con toda la comitiva y de donde se llevaron el cariño sincero de este pueblo amante del son.
Con su habitual vocación pedagógica, Frank explicó cada una de las piezas clásicas, obras de Bach y Mozart que interpretó junto a la flautista Niurka González, y como si se tratara de un concierto de música popular el público pedía Zapateo por derecho con la que cerró su regalo a Nicaro. Luego llamó a Silvio y le acompañó en dos verdaderos íconos de su repertorio, Réquien y Rabo de Nube.
Así Silvio Rodríguez, junto a sus músicos, al Trío Trovarroco y al Dúo Cofradía inició un recorrido por ese repertorio devenido símbolo de este país, las canciones que han acompañado las alegrías y tristezas de los cubanos. La gota de rocío, Sueño con serpientes, El necio, Quién fuera, El reparador de sueños, La masa, La era está pariendo un corazón y Ojalá con la que quiso finalizar pero los que fueron a escucharlo no querían que la magia terminara.
Y cada petición del público fue complacida, Silvio con la misma pasión de siempre interpretó El Mayor, Unicornio, Pequeña serenata diurna y cerró con Cita con ángeles, una lluvia de aplausos agradeció este gesto inolvidable que tuvo el reconocido compositor con el pueblo de Nicaro, el mismo sentimiento que dejó en Mayarí y en la minera ciudad de Moa donde puso fin a esta visita por barrios holguineros.
Como sucedió en cada concierto anterior, Silvio y su comitiva dejaron en Nicaro un valioso tesoro, una colección de libros del sello Ojalá que el poeta Víctor Casaus, director del Centro Pablo de la Torriente Brau, entregó a la Escuela Primaria Tania La Guerrillera. Como retribución a tan inolvidable tarde noche, Nicaro puso de manera excepcional en manos de Silvio y de Frank, el Premio Lengua de Pájaro, y así como predijo el cartel en la plaza, en ese momento empezó a brotar humo, salía del corazón de Nicaro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario