miércoles, 16 de abril de 2014

Aunque callado, volvió el Angelote / JRP


La más relevante cita de las artes visuales, el Salón de la Plástica Holguinera “El Angelote” que convoca la Dirección Municipal de Cultura a través de la Galería Holguín, aconteció del 8 al 10 últimos. Una décimo quinta edición que sin dudas merecía hacerse notar más por lo menos en el panorama de la cultura local.

Al artista y profesor de la Academia Profesional de Artes Plásticas El Alba, Ernesto Blanco Sanciprián estuvo dedicado el XV Salón, que como en años anteriores pasó prácticamente inadvertido, y no trascendió más allá de las paredes de la Galería que le acoge.

Un total de 16 obras concursaron esta vez por la réplica de El Angelote, concebidas en técnicas tan diversas como la fotografía, colografía, instalación, y el acrílico y el óleo sobre lienzo, entre las cuales tres fueron reconocidas por el jurado que presidió el maestro Lauro Hechavarría.

La última cena, del joven artista autodidacta Daniel Mora Leyva, se alzó con el Premio El Angelote, mientras que la pieza sin título de Nilser Ricardo Maldonado y la propuesta fotográfica Corrección negativa de Eliecer Castillo Cedeño, recibieron mención respectivamente.

Al decir de L. Hechavarría, la mayoría de las piezas que se presentaron gozan de notable calidad; “Respecto a años anteriores el Salón es superior, y sus principales valores son la diversidad y la participación de artistas jóvenes”, sin embargo el Salón requiere de mayor atención dijo Blanco Sanciprián.

“Primero debo agradecerle a la Galería Holguín el gesto de dedicarme el Salón, un certamen que necesita se vuelvan las miradas hacia él. Es encomiable la labor que hacen sus organizadores sin embargo, hasta ahora no goza del reconocimiento que merece”.

Coincido con las apreciaciones de Sanciprián y de Lauro —quienes recibieron El Angelote de manera honorífica— y a la vez creo que el Salón está ávido de cambios conceptuales que lo hagan sentir mucho más, opino que debe pensarse más en grande y vincular más a esa cantera inagotable que es la Academia El Alba.

Además creo que sería oportuno comprometer en algún sentido a la institución arte del territorio, es decir transgredir las fronteras del “municipio”, para que a pesar de innumerables esfuerzos y de nobles intensiones, no siga siendo el Salón El Angelote, la oveja negra de la plástica holguinera.

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