lunes, 3 de agosto de 2015

ABCasino… el estreno de Codanza / JRP


La danza contemporánea a diferencia del teatro que se vale de la palabra como uno de sus principales recursos, exige al espectador comprenderla desde un enfoque muy personal y tiene tantas lecturas como público asista a la función. Despierta infinitas sensaciones pero más allá de los diferentes puntos de vista que pudiera provocar una propuesta contemporánea la obra siempre va a sugerir un camino que sin ser uniforme llegue a algún destino común.
“ABCasino. Población flotante”, del bailarín y coreógrafo guantanamero Joel González, director de Danza Médula (Guantánamo), pieza estrenada por Codanza durante este fin de semana en la sala Raúl Camayd del Teatro Eddy Suñol, es sin dudas una obra provocadora, muy exigente para los bailarines pero por momentos a pesar de su ritmo siempre alto, se torna monótona y reiterativa, es como si su creador a la hora de la concepción no encontraba dónde poner el punto final.
Me parece muy acertada la idea de jugar con los números que llevan en su espalda los intérpretes pero a mi juicio este recurso se pudo haber explotado con mayor audacia sobre todo por la riqueza semántica y el efecto que aportan las cifras. Dígitos como 1959 lógicamente nos dicen mucho, pero otras combinaciones dejan al espectador a la vera del camino.
Las diferentes cifras van esbozando momentos trascendentes de nuestra historia desde 1492 hasta hoy, lo que aclara hasta cierto punto la trama pero son tan repetitivos los movimientos y las maneras de expresar y concebir el hecho artístico que hacen que el espectador se pierda en los vericuetos de esta propuesta, invitándolo a entrar a un laberinto sin salida.
Particularmente no me agrada que me expliquen una obra de danza contemporánea, su coreografía debe hablar por sí misma. En el estreno no hubo programa de mano pues tal vez mediando una explicación el espectador desenredaría con mayor facilidad la madeja en que lo va envolviendo ABC… pero quizás lo acertado sea alejar del arte contemporáneo la oscuridad, hacerlo difícil y complejo de traducir en el erróneo empeño de legitimarlo en esta corriente, eso para nada es sinónimo de eficacia o inteligencia.
Si bien es cierto que las propuestas artísticas deben conllevar a mover el pensamiento del que la consume o en el más sencillo de los casos hacerlo reflexionar, no creo que dejarlo a la deriva en un océano de ideas sea precisamente una sabia determinación, como para nada es saludable tampoco que se nos ponga la cuchara en la boca para solo tragar, eso definitivamente no va con la danza contemporánea, pero los dos extremos son perjudiciales para público y artista.
Aun cuando debemos reconocer las sutiles diferencias que establece la puesta entre un cuadro y otro, sobre todo apoyándose en una selección musical muy bien escogida, buscar mejores salidas a las maneras de transitar de una escena a otra hubiera favorecido mucho más a esta propuesta la cual mi modo de ver se convierte en un ajiaco danzario que solo tiene como denominador común el vestuario y el no muy ingenioso diseño de luces que acompaña a su montaje.
El discurso apocalíptico de esta pieza es uno de los elementos a su favor. También tiene el mérito de las diversas lecturas que consiguen símbolos como el salto de las bailarinas al vacío, los bailarines sometiendo a su pareja, la constante carrera interminable, ese desenfrenado deseo de encontrar algo y no hallarlo en ningún sitio. Estos son elementos que supo emplear el creador y ponerlos a favor de la puesta.
Además es meritorio destacar el cuadro que refleja un ambiente bélico o el que esboza con claridad el llevado y traído tema de la emigración en ese deseo insaciable de viajar del cubano en su condición de isleño. Así mismo la canción “No se vive en cuarentena” de Frank Delgado se convierte en un valioso aporte a la trama que aborda ese pasaje de la puesta. Estos momentos sin dudas despiertan hermosas emociones en el público.
Sin embargo el cuadro que refleja la alegría ¿chusmería? a mi modo de ver resulta un chancleteo de muy mal gusto que impone un punto de giro muy brusco desentonando por completo con el curso que hasta ahí traía la obra. Y no es que exclusivamente sea lícito mantener un discurso homogéneo, nada más lejano de lo que quiero expresar, pero hay algo que se llama coherencia que los creadores nunca deberían perder de vista.
La objetividad es otro aspecto que a mi juicio se le va de la mano al coreógrafo, es como que pretendió abarcar mucho y no logró apretar casi nada. Es aquí donde creo radica la esencia del problema de ABC…se quieren decir tantas cosas que al final no se dice nada o para no irnos a los extremos, se dice muy poco.
No dudo para nada del talento de Joel, por el contrario, lo creo un coreógrafo y director talentoso, ahí están sus obras, y los aplausos que Holguín le tributó a sus coreografías en el I Concurso de Danza del Atlántico Norte Codanza Grand Prix Vladimir Malakhov (2014), de donde nació precisamente “ABCasino. Población flotante” como uno de los premios.
Con su repertorio le viene muy bien el calificativo de creador “trágico”. Sus coreografías aluden a cuestiones de mucho dolor para el ser humano, la muerte, la enfermedad, la separación… tal vez probar con una propuesta en esta línea logre un trabajo mucho más brillante con Codanza.
Lo que sí es Indiscutible es que Codanza es una verdadera escuela para la formación de bailarinas y bailarines. Con mucha dignidad ellos pusieron muy en alto esta propuesta dando claras evidencias del calibre de este siempre joven y probado colectivo a la hora de interpretar.
Casi dos décadas después del legendario Tridireccional o más acá, Año Cero, El banco que murió de amor, Muerte prevista en el guion o Pasajera la lluvia, por solo mencionar algunos títulos entre tantas obras de singular belleza y lirismo excepcional en su amplio repertorio, apreciar ahora este discurso sustentado en una estética diferente puede que también influya en nuestro criterio pero no creo que determine los sinsabores conceptuales de la obra.
Reconocida en todo el país por su trayectoria en estos más de 20 años de quehacer, a Codanza la avala un trabajo de notable virtuosismo que la ha hecho alcanzar los premios más importantes que se entregan en el campo de la danza a nivel nacional, en tanto ha recibido cerradas ovaciones de exigentes públicos en varias plazas del mundo.
La compañía holguinera ha devenido un trampolín para sus artistas lo cual aun cuando es algo natural no deja de agobiar a su directora y madre Maricel Godoy quien una y otra vez se ve sometida a la difícil tarea de formar bailarines con el sello de su agrupación, pero con rigor y empeño siempre lo logra y muy bien.
ABC… es una muestra de ello, los doce bailarines ejecutan con singular limpieza cada movimiento, le ponen el punto necesario a su interpretación con el lenguaje de los gestos y el rostro, es decir, logran un desempeño digno de reconocer, pero al final siempre va a pesar más el qué que el cómo.
Las búsquedas del ser humano son infinitas, nadie tiene la verdad absoluta en sus manos y en cuestiones de arte todo es muy polémico e indiscutiblemente esta es una obra que edifica su andamiaje a partir de muchas referencias lo que por ende obligan al espectador llegar a ella con un sólido background pero amén de esto en el arte hay reglas inquebrantables y hasta el ajiaco tiene su receta muy bien definida.
Volviendo al principio. Creo que por más que hablemos, cuestionemos o sugiramos, siempre será nuestro criterio, formado desde nuestra posición muy personal y construido según nuestros referentes culturales y sociales.
Por suerte para “ABCasino. Población flotante” el arte contemporáneo tiene como atenuante la posibilidad de la confusión, de crear lecturas entre líneas, en sus predios dos más dos no es cuatro, lo que para mí es legítimo y válido quizás para usted no lo sea, entonces no le queda al crítico más que preguntarse ¿quién tiene la última palabra? / Foto: Heidi Calderón.

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