Mierda es una palabra sucia, lo que los cubanos llamamos “mala palabra” o “palabrota”, sin embargo, en el ámbito teatral, el grotesco vocablo adquiere una significación completamente diferente, para el milenario arte de las tablas, es suerte… vaya que los teatristas no pudieron buscar otra palabrita… Pues el público que este sábado colmó la sala Alberto Dávalos le deseó mucha “mierda” a Pasaporte, “tronco de obra del holguinero Yunior García”.
Aún cundo vuelve sobre el tan llevado y traído tema de la emigración, pi constante en el cine, la televisión, la literatura, la plástica, en fin, no escapa ninguna de las artes, y es que al parecer este es el plato principal en una isla como la nuestra, donde un altísimo por ciento de la población quiere viajar, o tiene un amigo o un familiar que lo ha hecho o lo va a hacer, incluso para muchos salir del país se convierte en el culmen del éxito.
Con el sugerente nombre de Pasaporte, esta comedia que por debajo de las constantes risas que provoca tiene el dolor que nos dejan la separación, la añoranza, la fragmentación de la familia, a través de tres historias centrales de cubanos que viven o están fuera de la geografía nacional nos cuenta con inteligencia y suspicacia que el cubano lleva en su ADN el gen del viaje, no importa que haya qué hacer o cuántas fronteras tenga que atravesar.
Un desfile de personajes excelentemente interpretados por las actrices Yamilé Pérez Medina, (Carolina y María Laura), Danay Cruz Estupiñán (Susana “novia” y cubana emigrante), y los actores Víctor García (Adrián, Mesero y Cubano que quiere viajar a Canadá) y Carlos Enrique Carret (Payaso, Piloto, Alfonso y Fernando “novio”), conforman la nómina de la obra y entrecruzan sus vidas para tejer los hilos de una trama sencilla pero sin dudas muy bien lograda.
Es cierto que cada personaje está muy bien diseñado y que su intérprete le otorga el ritmo que este demanda pero para ser justos es loable desatacar el desempeño de Carlos Enrique con ese payaso inmenso, que le permite mostrar su inconmensurable talento como actor con un trabajo digno de todos los elogios, lo mismo que logra Yamilé Pérez con “Carolina”, la cubana que vive en Miami y no le va bien “Me va súper bien”, quien con excepcional brillo lleva a cabo uno de los principales puntos de giros de la puesta y provoca en el espectador al unísono la risa que te ahoga hasta la reflexión que te saca una lágrima desde lo más profundo del pecho.
Y eso a mi juicio es pasaporte desde principio a fin, un juego constante entre lo cómico y lo dramático, hacer reflexionar a través de la risa sobre una realidad que casi todo el que la vive termina llorando. Lograr con inteligencia y no con el discurso habitual, poner al descubierto el verdadero rostro del añorado “sueño americano”,
No oculto que hubiera preferido que alguno de los emigrantes hubiera dado señales de triunfo como le ha sucedido a muchos cubanos que andan regados por el mundo, porque al final la obra deja un sabor amargo de la emigración, a todos los personajes les va mal, la nostalgia supera sus escasos éxitos, sin embargo la vida demuestra que en materia de emigración si bien no todo es color de rosa tampoco las cosas se pueden ver exclusivamente en blanco y negro.
Pero más allá de qué me hubiera gustado a mí particularmente, o qué le hubiera gustado a usted, no hay dudas de que Pasaporte, de Trébol Teatro, de la mano de Yamilé Pérez, tiene el mérito de echarse al público en un bolsillo, de hacerlo reír hasta la saciedad con la misma fuerza que lo pone a pensar con una reflexión tan bien concebida, “Cuba es más que las palmas, más que Fidel, más que el malecón, eso es patria, si me quitas eso qué me queda”. La pregunta hace tragar en seco, rompen los aplausos y yo no tengo más que decir, mierda que genial está esto, Mierda Pasaporte, Mierda.
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