miércoles, 25 de mayo de 2016

Cubanía: Esa extraña sensación que nunca muere / JRP

Más que una simple palabra o un concepto, la Cubanía, a juicio de este autor, es todo aquello que nos identifica como hijos de esta isla que abarca desde el Cabo de San Antonio, en Pinar del Río, hasta la Punta de Maisí, en Guantánamo.
Desde las verdes palmeras de nuestros campos, el riachuelo que va sorteando su curso por entre las piedras, el humo de la leña que sale de la cocina de una casa de tablas y techo de guano en cualquier paraje de este verde caimán, el aroma del café, o los boniatos asándose entre las brasas del carbón, esto que parece la descripción de un cuadro paisajista, eso es Cubanía. Solo preguntémosle a cualquier cubano qué ha sentido cuando en otra nación se para ante una obra plástica como la aquí descrita: el corazón se acelera, las lágrimas brotan incontenibles de los ojos, y eso que siente es cubanía.
Cubanía es también amar sin medida a la mayor de Las Antillas, aún con sus limitaciones, sus colas, su calor excesivo, el camión o la guagua que no pasa, la libreta de abastecimiento, la comida escasa y la bolita de pan duro y sin grasa… ¿para cuidarnos de las libras de más…?
Esta condición de sentirnos cubanos viene desde el cacique taíno Hatuey, desde el presbítero Félix Varela y Morales, desde Carlos Manuel de Céspedes, Antonio Maceo, su madre Mariana Grajales, o desde el holguinero Calixto García y, por excelencia, desde nuestro apóstol José Martí, todos ellos, patriotas excepcionales quienes con su legado inmortal nos sembraron en el corazón la cubanía.
Estos cubanos de singular raigambre, marcaron el camino que siguieron otros, quienes en el centenario del natalicio del Apóstol, pusieron el dolor de la nación por encima de cualquier interés personal y en las lomas del oriente, forjaron la Revolución que el Primero de Enero de 1959 llegó con Fidel, Raúl, Almeida, Camilo, Celia y Vilma, entre otros, y cambió por completo el destino de este país. Revolución que trajo el aire fresco y la lozanía de las nuevas cosas. El pueblo cubano la ha acompañado todos estos años y la siente como la madre, esa madre que es también la Virgen de la Caridad del Cobre a la que Céspedes le pidió por esta isla, la que nos ha acompañado en todas nuestras luchas, la que supo perdonar a quienes le dieron la espalda porque sabía que todo un pueblo la llevaba en lo más hondo de su corazón, eso también es cubanía.
Como también lo es Fernando Ortiz, José Lezama Lima, Virgilio Piñera, Rita Montaner, Bola de Nieve, Benny Moré, Cintio Vitier, Los Van Van, Alicia Alonso, como mismo hacen la patria Celia Cruz, Gloria Estefan y otros tantos que desde la distancia se llevaron a su patria en el corazón, como la llevan impregnada aquellos que hoy le dicen adiós sin dejarla de amar y lo hacen desde esa condición de cubanos que es la cubanía, esa que no implica estar físicamente en la geografía para amar a su tierra, porque ser cubano va más allá de cualquier ideología, filiación, raza, preferencia sexual o grado científico, porque la patria es lo mismo del médico que hoy salva vidas en el más intrincado paraje de la Sierra Maestra o en cualquier país del mundo, que el campesino que desafía al sol para trabajar la tierra o del que está de pie diez horas en un supermercado en Miami, porque la cubanía es más que estar aquí o allá, la cubanía es esa extraña sensación que, a pesar de todo y contra viento y marea, nunca muere.